• 290
  • 291
  • 292

Muchos sospechábamos que no todos aquellos mudéjares de alma de barro y manos de sueños marcharon lejos. Sospechábamos que tanta tierra roja, que tantos brillos verdes, que tantos ladrillos bien puestos no podían quedar huérfanos, amparados por la sola protección que el cristiano da a sus campanarios. Sabíamos que alguno de aquellos mudéjares había hecho honor a su nombre y se había quedado...

De repente nos topamos con la obra de Torrent y verificamos que teníamos razón. No todos se fueron.